Diumenge II d’Advent (B)

La Paraula de Déu

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Els signes de l’Advent

L’Advent és la preparació per a les solemnitats del Nadal i l’Epifania. I en aquesta preparació interior, demana també una preparació externa per tal que visquem millor aquest temps litúrgic.

Un primer signe és l’austeritat litúrgica: sabem que l’Advent no és un temps penitencial com la Quaresma, sinó un temps de preparació i espera joiosa. Per això tenim el color morat dels ornaments, que és un color més apaivagat en contrast al color blanc i clar que tindrem per Nadal. També és bo tenir una decoració més austera a l’església per tal que pel Nadal tot sigui ornamentat. En la litúrgia no cantem el Glòria, que és l’himne dels àngels a Betlem i que cantarem solemnement la nit de Nadal; si bé cantem l’al·leluia.

Un segon signe són els cants d’Advent, que només es canten aquest temps i que és bo tenir-los reservats per a aquest temps, per tal de prendre consciència que estem en l’Advent.

Un tercer signe és la corona d’Advent. Si bé és un costum que ens ha vingut dels països nòrdics d’Europa, ha arrelat molt a casa nostra. Consisteix en una corona de branques verdes, col·locada en un lloc prou visible i digne, i que té enganxades quatre espelmes vistoses, pels quatre diumenges d’Advent. Cada diumenge se n’encén una progressivament fins arribar a les quatre espelmes enceses el diumenge quart d’Advent, precedit d’una pregària o un cant. És un signe que podem fer tant a l’església com a casa.

Un quart signe és el calendari d’Advent, basat en un quadre amb finestretes per a cada dia del mes de desembre, fins al dia 25, que es va obrint i en cada una d’elles es van veient dibuixos de tema nadalenc que donen sentit a la festa. És una bona eina pedagògica per als nens per tal que entrin en la vivència del Nadal. El problema és que hi ha al mercat molts calendaris d’Advent que tenen molt poc a veure amb un calendari cristià. Si és així, més val estalviar-se’l.

Un cinquè signe és la col·lecta pels pobres, per tal d’adonar-nos que la nostra vida cristiana està basada en l’amor fratern que el mateix Jesús ens ha donat. L’Església fa la col·lecta pels pobres tant amb menjar o amb diners mitjançant Càritas.

Finalment, un sisè signe de l’Advent és fer el pessebre dies abans del Nadal, per tal d’ambientar-nos a casa que celebrarem les festes de Nadal i alhora és una molt bona eina catequètica per als nens, tot explicant cada personatge bíblic i explicar també el naixement de Jesús.


Lectura espiritual

Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? (Jn 8,10)

“Los maestros de la ley y los fariseos le llevaron una mujer… y la pusieron en medio”. Esta joven mujer, usada como pretexto, no es tampoco una persona, es una cosa que se toma, se lleva, se conduce, se pone en un sitio u otro, donde les conviene: allí, en medio.

En medio… Los fariseos de todas las épocas son aquellos que ponen el pecado en el centro de la relación con Dios. Ella en medio, y a su alrededor un universo únicamente de hombres, dispuestos a matar, sus miradas clavadas en ella. Miradas ciertamente pétreas.

Poderes que suenan a muerte, que no dudan en usar la vida de la mujer, y la religión, para eliminar otra vida, la de Jesús. Quieren defender a Dios matando a la persona y ponen a Dios en contra del hombre y de la mujer, lo peor que puede suceder: esta es la tragedia del fundamentalismo religioso.

En cambio la esencia del cristianismo es que Dios y la persona han dejado de oponerse, materia y espíritu se abrazan. Desembocan el uno en la otra. Misterio de encarnación que continúa.

Conociendo a Jesús esperan que se oponga a la lapidación. Esto hará saltar la trampa sobre él, con la acusación de blasfemia e impiedad. La reacción de Jesús es introducida magistralmente, por la técnica del suspense: “Jesús, agachándose, se puso a escribir con el dedo en el suelo”. No desafía al grupo ni lo provoca directamente, pues lo habría enfurecido más. Introduce una pausa, un silencio reflexivo.

Y nos invita a hacer lo mismo cuando también nosotros corremos el riesgo de dejarnos arrastrar por el contagio de la violencia que se levanta a nuestro alrededor. Una pausa de silencio.

Se inclina y se pone a escribir. El texto no dice qué. Hay algo que Dios escribe y reescribe, y que no logramos leer todavía. Después Jesús se levanta. Ahora se enfrenta al tribunal, y son palabras de indignación por la hipocresía. En el evangelio no vemos nunca que Jesús se cebe en la debilidad de la criatura humana, nunca. Lo que le llena de indignación es la hipocresía de los piadosos y de los poderosos… Y la enfermedad que brota de la misma: la dureza de corazón, la sklerokardía, la enfermedad religiosa que más teme y combate: el corazón de piedra.

“El que de vosotros no tenga pecado que tire la primera piedra”. Jesús desenmascara toda su hipocresía con pocas palabras cortantes y tan auténticas que ninguno de ellos, pese a ser expertos en teología, pueden rebatir.

¿Quién de vosotros no se merece la misma condena que quiere infligir a esta mujer? Ninguno puede tirar piedras, las arrojaría contra sí mismo. Jesús no se funda en una teología abstracta, sino en la verdad de la vida.

Porque, aunque se equivoque, la persona sigue siendo siempre sagrada y en todo caso inviolable. Ante ella te debes quitar las sandalias, como Moisés ante la zarza ardiente (cf Éx 3,5).

Violar un cuerpo, culpable o inocente, con piedras o con el poder, es la negación de Dios que vive en esa persona, del cual esa persona es templo. Este cuerpo, esta cosa tan pobre y tan sublime en la que sufrimos la densidad del dolor, en la que gozamos la maravilla de la alegría, es el sacramento de la comunión con todo lo que vive.

Se van todos, empezando por los viejos. El juicio contra la mujer se ha vuelto un boomerang contra la hipocresía de los jueces. Empezando por los más ancianos: que no son los más viejos por edad, sino los más importantes, los notables, los más autorizados.

Se van: funcionarios de las normas y analfabetos del corazón  deDios; expertos en decretos y desconocedores del ser humano. San Ambrosio tiene una expresión que ayuda mucho: “Donde hay misericordia está Dios; donde hay rigor y severidad tal vez haya ministros de Dios, pero no está Dios”.

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Ermes Ronchi: Las preguntas escuetas del evangelio

 

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