Sal a ser sal, sal a ser luz

Para pensar …

Ser la sal y la luz del mundo. Son dos cosas muy importantes en nuestras vidas. Con la sal le damos un sabor muy rico a la comida. Y la luz es muy importante en nuestra vida: la luz en nuestras casas, el sol que nos alumbra a todos.

Pues eso es lo que nos pide Jesús: que seamos la sal y la luz del mundo, ni más ni menos.Es algo muy bonito: poder dar un sabor rico a la vida de las personas. Y poder iluminar sus vidas. Pero, ¿cómo podemos ser sal y luz para los demás? Pues podemos pensar como es Jesús sal y luz para nosotros, para los cristianos. Debemos pensar la forma en la que poder dar una alegría a muchas personas que necesitan que otros les echen una mano.

Ahora bien, para poder ser sal y luz para los demás, nosotros mismos debemos ser sal y luz: debemos ser personas alegres, salerosas y con luz propia, que la gente sienta que el sol brilla cuando está con nosotros. Que así sea.

 

 

Para rezar …

Señor, como la samaritana
nosotros te pedimos:
danos de esa luz, danos de esa sal.

No para nosotros sino para poder ofrecerla a nuestro mundo y así mejorarlo.
Ser luz en todos los ámbitos de la vida humana: en la familia, en el trabajo,
en la política, en los medios de comunicación, en la enseñanza,…
por doquier hacen falta testigos
que aporten al mundo la luz y la sal de Cristo, testigos que enriquezcan
el mundo con el toque divino.

Perdón Señor Jesús,
porque, a veces,
los que más sal o luz tendríamos que aportar a nuestro mundo, estamos
apagados o con unas luces tan tenues que ni se ven.

Gracias por tantas personas que irradian tu Luz en nuestro mundo.