Butlletí Full Parroquial |
||
Asunción de María |
Una mirada artística a l’Evangeli del Diumenge, un gentilesa de l’Amadeu Bonet, artista.
Lectura Espiritual
La adultera perdonada
Los letrados y fariseos le presentaron una mujer sorprendida en adulterio, la colocaron en el centro, y le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés ordena que dichas mujeres sean apedreadas, tú ¿qué dices? Lo decían tentándolo, para tener de qué acusarlo. Jesús se agachó y, con el dedo, se puso a escribir en la tierra. Como insistían en sus preguntas, se incorporó y les dijo: Quien de vosotros esté sin pecado tire la primera piedra. De nuevo se agachó y seguía escribiendo en la tierra. Los oyentes se fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último. Quedó solo Jesús y la mujer en el centro, de pie. Se incorporó Jesús y le dijo: Mujer, ¿dónde están?, ¿nadie te ha condenado? Contestó: Nadie, Señor. Le dijo Jesús: Tampoco yo te condeno. Ve y en adelante no peques más. (Jn 8,3-11)
Los jueces no miran la persona, sino sólo la ley. Por fortuna, dentro de nosotros hay también algo que, mientras que todo lo demás se excita en el fragor de la violencia, mantiene la serenidad y mira con amor.
Jesús se toma su tiempo para responder. El silencio que hay entre una pregunta y su respuesta es lo que posibilita que esta respuesta sea espiritual. Todos tienen los ojos fijos en él, todos han sucumbido al silencio. El centro de atención ha cambiado de la adúltera a él, de la presunta oscuridad a la luz, del griterío a la silenciosa expectación.
El espíritu siempre hace que miremos más adentro. El problema de los jueces es, en esencia, que no se habían mirado a sí mismos. El espíritu nunca coloca el problema fuera. ¡Mírate!, es lo que siempre dice el espíritu.
La mente siempre enjuicia y separa, mientras el espíritu reconcilia y unifica. Sin la mediación del espíritu, el cuerpo habría sido ejecutado, la mujer habría sido apedreada, el abismo se habría ensanchado. Gracias a Jesús, el círculo de la muerte se deshace y se abre un nuevo episodio: una nueva posibilidad de encuentro, otra oportunidad. Sólo el espíritu puede salvar a la mente de sí misma.
¡Señor!, dice ella agradecida. Se ha salvado, ha quedado iluminada.
Anda y no peques más: empieza una vida distinta, un nuevo principio.
Pablo d’Ors, Biografía de la luz
Debe estar conectado para enviar un comentario.