V DOMINGO de Pascua / C / 2022

La Palabra de Dios

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Una mirada artística a l’Evangeli del Diumenge, un gentilesa de l’Amadeu Bonet, artista.

 

Lectura Espiritual

NO RESISTIR AL MAL

Descubrir en la propia herida la herida del mundo.

Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser arrojado entero al horno. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtala y tírala. Más te vale perder un miembro que acabar entero en el horno. […] Habéis oído que se dijo: ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo: No os resistáis al mal. Antes bien, si uno te abofetea en la mejilla derecha, ofrécele la izquierda. Al que quiere ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también el manto. […] Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS, REZAD POR LOS QUE OS PERSIGUEN. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. (Mt 5,29-30; 38-45)

No resistirse al mal es seguramente la enseñanza de Jesús menos aplicada. Si amamos nuestra bondad, nuestra inteligencia, o nuestra simpatía, ¿qué merito tenemos? ¿No hace eso todo el mundo? ¿Qué hay de especial, después de todo, en alegrarse con los propios talentos?

La ira, la pereza, el egoísmo, la gula… cada cual sabrá qué es lo que más le aflige: la envidia por el éxito ajeno, el sentimiento de inferioridad o de humillación, una vida mentirosa y doble, una infidelidad a la propia vocación… Todos estos vicios o defectos, también llamados demonios interiores, son la voz del alma. Son invitaciones a la autocompasión y propuestas de amor a uno mismo, sin el que no cabe soñar con el amor a los demás. Porque, con independencia de las oscuras o perniciosas que a primera vista te resulten todas esas fallas del carácter, en el fondo tu sabes que sólo son síntomas de tu inconmensurable necesidad de amor.

Si no somos compasivos es porque no miramos en profundidad. Para ver bien ayuda preguntarse: ¿qué hay de mí en esta situación o en esta persona? Y, ¿qué tiene esta situación o esta persona en mí? Sólo viendo lo parecidos que somos todos y lo unidos que estamos en el fondo es posible ese amor universal al que apunta el evangelio.

Nos pasamos media vida intentando reforzar la imagen que tenemos de nosotros mismos y que ofrecemos al mundo. Nos atacan y, como nos sentimos ofendidos, nos defendemos. ¿Qué pasaría si no nos defendiéramos? ¿Qué pasaría si toda nuestra energía, en lugar de aplicarla al odio, o dejarla allí retenida la volcáramos en el amor? ¿Qué sucedería si en lugar de reaccionar ante las agresiones, miráramos qué es lo que nos está pasando cuando me siento atacado?

El verdadero poder que todas las personas tenemos brilla en plenitud cuando la forma externa está debilitada. Es a esto a lo que apunta Jesús cuando invita a negarse a uno mismo y poner la otra mejilla. Quien en vez de golpear se deja golpear, ha tenido un proceso interior para llegar a ese heroísmo moral. A esto se refiere Jesús cuando advierte que el grano de trigo no puede dar fruto si no muere (Jn 12,24). Si fuéramos capaces de soportar durante cierto tiempo el impacto de la agresión, entraríamos en un territorio que es lo más vivo de cuanto hay en nosotros. No es casual que muchos santos hayan sido vistos por sus contemporáneos como tontos o locos.

Pablo d’Ors, Biografía de la luz