Jesús,
eres el regalo de Dios para mí.
Aquí me tienes delante de ti
con las manos vacías.
No tengo oro,
pero te doy mi corazón.
No tengo incienso,
pero te doy mis manos.
No tengo mirra,
pero te doy mi vida.
Y también estoy
ante el pesebre
para recibirte
como el mayor regalo