A veces la vida nos sorprende y la persona que menos nos esperamos hace la cosa más maravillosa del mundo. Como el samaritano, del que no se esperaba que fuese a pararse a curar a la persona que lo necesitaba.
No se espera lo mejor de quien más opciones tiene de hacerlo, sino de aquel que sabe que su deber es hacer el bien. Porque la fuerza de las cosas buenas reside en el Señor.
ORACIÓN
Jesús Tú eres es el buen samaritano
y nosotros los que estamos maltrechos en el camino.
Jesús Tú te has acercado a nosotros
y has hecho lo del samaritano.
Gracias, Señor Jesús.
Perdón, Señor Jesús,
porque en ocasiones no he sabido
ser buen samaritano:
he pasado de largo dando mil rodeos,
no he puesto en pie a las personas
sino que me las he quitado de encima.
Es verdad que no siempre es fácil ser buen samaritano, cooperar
para poner en pie a las personas.
Ayúdanos, Señor Jesús a hacer
como el buen samaritano.