«En el interior de la Iglesia local, y en el entorno del obispo, que es el testimonio de la fe apostólica, son sujetos de la evangelización los presbíteros y los diáconos y todas aquellas personas que proclaman la buena noticia de Cristo mediante la palabra y el testimonio de amor fraterno. Todo bautizado debe sentirse llamado a esta proclamación »(CPT 2).
«La totalidad del Pueblo de Dios anuncia el Evangelio.»
«Todos entramos en la Iglesia como laicos […]. Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. »
Todos estamos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio » (EG 20). Todos debemos ser «discípulos misioneros» (EG 119-120).
Nos lo creemos esto?
– Creemos que la Iglesia que evangeliza es todo el Pueblo de Dios?
– Vamos creando verdaderos «equipos pastorales»?
– O bien, sólo el ministerio ordenado tiene algunos laicos como «colaboradores» de algo predeterminado por ellos?
Muchos cristianos pueden ser verdaderos evangelizadores en sus ambientes. Debemos poder ofrecerles herramientas adecuadas para que así lo hagan. Necesitamos, de hecho, un cambio de mentalidad en este punto esencial.
Teniendo en cuenta la afirmación central indicada antes de que «todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio», «es la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también la que realiza un misionero cuando visita un hogar» (EG 127). Se trata de la propuesta positiva de la fe cristiana en el hacer de cada día, donde cada cristiano deviene miembro activo.
Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos. Nadie se salva solo. Todo cristiano está llamado a salir de sí mismo y ser levadura en la pasta, a convertirse en «sal» y «luz».
Primero somos todos «discípulos»; después vendrán los ministros ordenados o aquellos otros designados para un servicio concreto.
San Agustín dirá: «Si me asusta lo que soy para vosotros, me consuela lo que soy junto a vosotros. Porque para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. Aquel es el nombre del cargo, este, el de la gracia; aquél, el del peligro, este, el de la salvación. »
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