Jesús: hoy quiero darte gracias por el don de la fe, por creer en ti, por intentar seguirte y responder cada día a tu amor.
Siento pena al ver a tantos que van quedando en las aceras de la vida y te van dejando de lado porque no está de moda, o porque no han descubierto el amor que les tienes.
Jesús, al ver el rechazo de tus vecinos en tu propio pueblo, al ver que te echan de su vida, yo te pido que nunca me separe de ti, que seas el amigo que me lleva de la mano cuando todo es risa y cuando la duda se instale en mi vida.
Ayúdame a ser cristiano aunque sea a contracorriente, aunque no sea lo más aplaudido ni lo más cómodo. Quiero dar la cara por ti, eso sí, con humildad, con tolerancia, pero con una fe firme, lúcida y comprometida, apoyándome siempre en mi comunidad cristiana.
Jesús, quieres habitar en mí, que mi corazón sea tu casa donde seas conocido, querido, adorado y anunciado. Así, con mi testimonio, otros aprenderán a quererte y a seguirte. Y tú serás mi fuerza, mi refugio, mi apoyo, mi roca salvadora.
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