Jesucristo, Rey del Universo / C / 2022

 

Leer la Palabra de Dios

Leer la Hoja Dominical

 

Una mirada artística a l’Evangeli del Diumenge, un gentilesa de l’Amadeu Bonet, artista.

 

 

Lectura Espiritual

EL SALTO (Mt 11,2-5)
Cuando se busca a Dios se encuentra al hombre     
           
                                          

¿El asunto está aquí o hay que esperar a más adelante? ¿Tenemos lo que buscamos a la vista, al alcance de la mano, o hemos de seguir buscando? ¿Dónde está la vida, después o ahora, aquí o en otra parte?

La expresión “vida eterna” ha sido interpretada en el catolicismo durante siglos como la vida más allá de la muerte. Esto ha sido un error de nefastas consecuencias, pues ha llevado a pensar que hay dos vidas: ésta y la otra, cuando en realidad sólo hay una vida como sólo hay un Dios. Para entender lo que Jesús quiso decir habría que traducir más bien “vida verdadera”, esto es, una vida que se deja sentir ya en este mundo y en esta historia.

Sobre la importancia del momento presente, recordemos que Jesús dice: hoy se cumple esta Escritura (Lc 4,21). Todo presente contiene su pasado al igual que su futuro. Por definición, el presente está abierto a lo que pueda suceder. Todo instante es pleno justamente porque es una puerta, porque es apertura. Ésta es, pues, la hora de Jesús y, desde luego, la nuestra. El evangelio es actual porque Jesús vuelve una y otra vez a decirnos: Llegó la hora.

La respuesta del maestro a la pregunta de Juan es una invitación a ver y a oír, y a ver y a oír nada menos que el milagro. El mundo está lleno a rebosar de milagros de todo tipo, el mundo es, realmente, un milagro constante. Pero ¡claro!, ¡hay que verlo y oírlo! Porque, ¿para qué sirve el milagro si no lo podemos percibir? ¡Maestro, que vea!, es el grito del discípulo. El problema se cifra en que nosotros quisiéramos primero ver la realidad para luego, con cierto fundamento poder saltar a ella. Lo cierto, sin embargo, es que la realidad no podemos verla hasta que no nos sumergimos en ella. El salto es la condición de la visión. Pero, ¿cuántas veces hemos saltado de verdad, lo que se dice saltar?

Saltar, de acuerdo -podemos llegar a decir- pero ¿a la realidad? Nosotros pensábamos que a donde había que saltar era al Reino, a un mundo distinto, luminoso y bueno. Nos cuesta conformarnos con ver que un árbol es un árbol, maravillarnos con el canto de un pájaro o quedarnos absortos ante la salida del sol o ante una persona. Todo está aquí, pero eso sólo lo ves si realmente tú también estás aquí.

¿Eres tú entonces de veras el que había de venir? Nos preguntamos todavía hoy. Porque yo esperaba a Dios, pero es Jesús de Nazaret quien ha venido. ¿Debo conformarme? ¿No es escandaloso que se pretenda saciar mi sed de Absoluto con algo tan humano como Jesús?

Cuando el hombre reza de corazón a Dios con lo que se encuentra es con el hombre. ¿No será entonces que cuando buscamos de verdad al hombre nos encontramos finalmente con Dios? Jesús es -lo sabemos- la piedra de toque, la piedra de escándalo… sólo en esa colisión, en ese darnos de bruces con esa piedra (un choque doloroso, decepcionante, desestabilizador…) sólo ahí comienza la aventura.

 Pablo d’Ors, Biografía de la luz