Lectura espiritual
¿Con qué se salará? (Mt 5,13)
Me pregunto: ¿cuándo soy sal que ha perdido su sabor?
1 . Primera respuesta: cuando yo, hombre o mujer de Dios, atraigo la atención sobre mí y no sobre Dios. ¿Seguimos hablando de él o sólo de nosotros? ¿En nuestras larguísimas agendas hay todavía lugar para él?
2 . Cuando no sé querer debidamente a la gente y no transmito amor, cuando no me doy con generosidad y soy avaro de sentimientos, entonces he perdido el sabor del evangelio.
3 . Soy sal que ha perdido el sabor cuando no comunico dos cosas: esperanza y libertad. “Si conservamos la libertad y la esperanza somos casa de Dios” (cf. He 3,6).
Las fuerzas que nos hacen morada de Dios, no son ni la vida de perfección ni las grandes obras, sino la libertad y la esperanza. “El evangelio no es una moral, sino una desconcertante liberación” (Giovanni Vannucci).
¿Tú puedes o debes? ¡Vosotros podéis! Dios es la fuente de la libertad. Ciertamente que hay prohibiciones; no todo es lícito. La prohibición es importante pero secundaria. Esto nos dice que el eje fundamental de la fe es el don, no el mandamiento. “Si conocieras el don de Dios…” (Jn 4,10) el don de Dios es Dios que se da.
“Vosotros podéis”, dice Dios. “Tú puedes”, dice Dios a cada uno. Y a Caín: “El mal está agazapado a tu puerta, pero tú puedes dominarlo” (cf. Gén 4,7). Eres más fuerte que la bestia del mal.
El in principio de la libertad está en Dios, fuente de vidas libres. Libres de dos cosas: de la máscara y del miedo. De la adulación y de la hipocresía. Y dar un nuevo encanto a la existencia. En la tenaza que atrapa el hoy, los dos brazos son el nihilismo-indiferencia y el fundamentalismo. Los fundamentalistas se distinguen inmediatamente porque son infelices…
4 . He perdido el sabor y no sirvo para nada cuando en mi actuar no me distingo de los demás, me he homologado al sistema del mundo. Leonardo Sciascia escribía: “Yo espero que alguna vez los cristianos acaricien el mundo a contrapelo”, a contra corriente.
En el mundo las cosas van en la misma dirección: el violento se impone al débil y los poderosos humillan a los inferiores: “¡Entre vosotros no debe ser así!”. En el mundo son felices los ricos, los astutos, los famosos. En efecto, hemos elegido el lema más desconcertante y a contramano que se pueda imaginar: las bienaventuranzas. Dichosos los pobres, los apaleados, los empeñados en buscar la paz.
5 . Soy sal que ha perdido el sabor cuando no me he vuelto más persona, no he crecido en humanidad ni se ha producido en mi un florecimiento de lo humano.
La persona humana no se expresa en tu doctrina, sino en las relaciones concretas y armoniosas con las cosas, cuando eres una persona que pasa libre, real, benéfica y feliz entre las cosas. Si vivís según el evangelio vosotros sois “un haz de luz proyectado contra el mundo, no para deslumbrar sino para encender”. Y lo sois no con la doctrina o las palabras, sino con las obras.
Ermes Ronchi, Las preguntas escuetas del evangelio
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