El pasado día 9 de abril los cristianos celebramos la festividad del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa y que finaliza con la alegre y gloriosa Pascua de Resurrección.
A mediodía, con la iglesia abarrotada de feligreses, Mn. Santi iniciaba la solemne ceremonia de la bendición de los ramos. Desde el interior del templo y precedido por la cruz procesional, acompañado de un grupo de niños y niñas monaguillos y algunos jóvenes que habitualmente participan los domingos de la celebración de la Eucaristía, así como también un buen grupo de feligreses, se inició la procesión hacia la plaza Mn. Muntanyola, que iluminada por el sol radiante, brillaba por la cantidad de niños, niñas, jóvenes y adultos que aguardaban para que sus palmas y ramos fueran bendecidos.
Una vez en el centro de la plaza, Ms. Santi, tras la salutación a los presentes y una oración, procedió la bendición de palmas y ramos que todos enarbolaron con alegría en el momento de recibir la bendición con el agua bendita.
Tras la lectura del Evangelio recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, Mn. Santi, animó a todos los presentes a vivir una Semana Santa no con tristeza, sino en la esperanza y alegría de llegar a la noche del Sábado Santo y poder celebrar en la Vigilia Pascual la gloria de Jesús resucitado.
Terminada la ceremonia de la bendición de ramos, la procesión se dirigió de nuevo a la iglesia cantando himnos de alabanza.
Una vez en el interior, el templo en su totalidad lleno de feligreses, el mosén inició la solemne celebración de la Eucaristía, en la que pequeños y mayores participan con gran devoción escuchando la Palabra de Dios, respondiendo con aclamaciones y cantos, y el momento de gran recogimiento de la lectura de la Pasión del Señor.
Tras unas palabras de reflexión de Mn. Santi sobre la alegría que pocos minutos antes se había vivido en el momento de la bendición de los ramos, i el contraste de una lectura en la que vemos a todo un Cristo padeciendo y muriendo por Amor, pero que sabemos todo no termina ahí si no que «Cristo resucita y vive entre nosotros.»