Domingo VI de Pascua / B / 2018

 

Leer la Palabra de Dios

Leer la Hoja Dominical


 

Lectura espiritual

 

¿Cómo será esto? (Lc 1,34

María entra en escena como una mujer que cree en el amor: “Dios envió al ángel a una joven virgen, prometida de un hombre llamado José”. La muchacha ya había dicho su primer sí; pero no a Dios, a José.

De María sabemos dos cosas: tiene un amor y una casa. Podemos carecer de todo, pero para vivir necesitamos amor; mejor, “mucho amor para vivir bien” (Jaques Maritain). Si no amamos no vivimos, dice san Juan.

Pobre de todo, Dios no quiso que María fuera pobre de amor. El amor tiene sed de eternidad e interpela el porqué de la existencia.

María cree en el amor humano, está enamorada de José, y precisamente por eso abierta al misterio. La muchacha ha entrado en las cosas del amor y ahora puede entrar en las cosas del cielo.

Si hay algo sobre la tierra que abre el camino al absoluto, esto es el amor, lugar privilegiado adonde acuden los ángeles. El corazón es la puerta de Dios.

Según Lucas, la anunciación se hace a María; según Mateo, a José. Superponiendo los dos evangelios, descubrimos que el anuncio está hecho a la pareja, al esposo y a la esposa, al justo y a la virgen enamorados. Se amaban los dos jóvenes con castidad y ternura.

Dios interviene en nuestras relaciones, habla dentro de las familias, dentro de nuestras casas, en el diálogo, en el drama, en la crisis, en las dudas, en los impulsos, donde “el cielo prepara oasis a los nómadas del amor” (Giuseppe Ungaretti).

Dios no roba espacio a la familia; no invade, no hiere, busca un sí plural, que se vuelve creativo porque es la suma de dos corazones, de muchos sueños y muchísimo trabajo

Ermes Ronchi: Las preguntas escuetas del Evangelio