Lectura Espiritual
Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar (San Gregorio Nacianceno)
La fidelidad a la oración conducirá al vivir orando, es decir, al status orationis, al modo de los santos -como san Francisco de Asís, del que no se decía que hiciera oración, sino que era un hombre hecho oración-. Se trata de un modo de vivir en que el hombre permanece en una habitual presencia y comunicación con su Señor, porque Dios está siempre presente -aunque nos pasen las horas sin advertirlo-, y el Espíritu que nos habita desea ponernos en tal tesitura. La meta es, pues, “estar en buena compañía”, según el decir de Teresa, y aprender la lección que explica Juan de la Cruz:
Aprenda el espiritual a estarse en advertencia amorosa de Dios, con sosiego de entendimiento… Porque así, poco a poco y muy presto, se infundirá en su alma el divino sosiego y paz, y con admirables subidas de Dios, envueltas en amor divino.
La oración de presencia, oración continuada, es cercanía espiritual y amorosa que se descubre por la fe. A veces podrá parecernos una fantasía vana, y no experimentaremos ninguna resonancia sensible y emocional. Pero Dios está ahí, como un enamorado que ronda a quien ama. Orígenes afirmaba que “toda la vida de un santo es como una gran oración, de lo cual lo que nosotros llamamos oración no es más que una parte”. Y desearemos entonces que la oración no se limite a los tiempos específicamente dedicados a ella, sino que pueda extenderse a todo momento y adquirir cualquier expresión.
La vida espiritual es sobre todo vida interior, y consiste fundamentalmente en la comunión con un Dios presente y vivo. Así como decimos de determinada persona que “está viva porque respira”, podemos decir analógicamente que alguien tiene vida sobrenatural porque ora. Y esa oración presupone la presencia mutua de los que hablan, en un contacto entre ellos, lo que concluye en el trato (trato que, no infrecuentemente, podrá darse sin materialización de las palabras). Porque así como la vida social se fundamenta en el trato con nuestras amistades, y la vida familiar en el trato con nuestros parientes, así la vida interior radica en nuestro trato con Dios. ¿Y qué supone ese trato, sino oración de continua Presencia? A san Josemaría le gustaba concretarla en las “normas de siempre”, sintetizándolas en …actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales. Y esto mientras atiendes tus obligaciones: al descolgar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla; todo lo referirás a tu Padre Dios.
Ricardo Sada
Consejos para la oración mental
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