Lectura Espiritual
Con el Sagrado Corazón el latido infinito del Amor divino se hace a nuestra medida para que pueda ser escuchado por nuestros oídos. El Amor divino que desciende y el amor humano que se exalta hasta las alturas de los cielos llenan el Corazón de Jesús. Ahí se realiza el ideal y el concepto del amor que el hombre siempre ha deseado, y que remotamente intuye en los amores humanos, aun en la suma de ellos. Fuera de ese Corazón todo amor es imperfecto, y apenas merece ese nombre. Está ̶ el amor humano ̶ marcado por múltiples deficiencias: temporal, efímero, vacilante, egoísta, limitado, inseguro… Y el riesgo es que traslademos los parámetros del amor humano al Amor del Corazón de Jesús.
No; ahí el amor cumple toda su plenitud, es lo que debe ser, es la superación de todo sueño. Amor abnegadísimo, que se transforma en dolor por la fuerza de su entrega. Amor misericordioso que perdona y olvida radicalmente. Amor que desciende hasta las profundidades, hasta los abismos, para levantar al que yace en el polvo, al que se ha hundido en el cieno, colocándolo en las alturas. Amor apasionado y ardiente como no se ha visto, como no se ve y como no se verá ni siquiera en los más encendidos serafines. Es otra vez, santa Ángela de Foligno la que confiesa que, habiéndose asomado al abismo del amor de Dios, cuando oía hablar a los predicadores de ese Amor, le parecía que blasfemaban. Y tenía razón, porque ¿qué puede decir nuestro torpe lenguaje del Corazón de Jesús?
Orar en este ámbito es aprender a incursionar en la atmósfera verdadera del amor. Es recomponer nuestras apreciaciones limitadas y mezquinas para dejar que se abrasen en un fuego purificador y transformante. Es perderse en las llamas que limpian toda impureza y revelan las alturas insospechadas a donde desea Dios llevarnos.
«Si el hombre consigue injertar su corazón en el corazón de Dios, recibiendo las fuerzas divinas, caminará hacia el silencio. ¿Cómo consiguió san Juan pegar su corazón al de Jesús? Se limitó a inclinarse hacia Él y recostarse a su lado… este acercamiento físico es mucho más que corporal: se trata de una inserción espiritual y de una comunión íntima que permiten a san Juan experimentar los mismos sentimientos de Jesús… el silencio del corazón consiste en acallar poco a poco nuestros miserables sentimientos humanos para hacernos capaces de tener los mismos sentimientos de Jesús. El silencio del corazón es el silencio de las pasiones. Hay que morir uno mismo para unirse en silencio al Hijo de Dios» (Robert Sarah).
Como ese ámbito no es otra cosa que amor, no es posible acceder a él sino en la entrega por amor. Es la clave para entrar: un nuevo grado de amor supondrá un nuevo progreso dentro del Corazón de Jesús. Suponiendo que pudiéramos entrar en ese Corazón sin amor, no daríamos un solo paso. Pero si buscamos la unión de corazones, la identidad de quereres, se realizará en nosotros la aspiración de san Pablo: tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que Cristo en el suyo (Fl 2,5).
Ricardo Sada; Consejos para la oración mental
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