DIUMENGE XXII durant l’any / C / 2022

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Una mirada artística a l’Evangeli del Diumenge, un gentilesa de l’Amadeu Bonet, artista.

Lectura Espiritual

El nuevo nacimento de Nicodemo. (Jn 4,5-29)

Hace falta muchos años para ser joven

Para nadie es fácil la actitud de confianza y entrega que exige todo camino espiritual. Todo está, al fin y al cabo, en querer saber de verdad y, en consecuencia, en tener el coraje de preguntar.

De la respuesta que le da Jesús a Nicodemo me interesa esa alusión al viento, del que nadie puede decir con seguridad de dónde viene ni adónde va. Porque el viento lo mueve todo, desde luego, pero ¿quién puede -aunque lo oiga- prever su recorrido? Del viento tenemos trazos (su sonido, por ejemplo, o las hojas que arranca de los árboles, dejando testimonio de su paso), pero nadie puede apropiarse del viento, explicarlo cabalmente o dirigirlo conforme a su voluntad. Escapa de nuestra comprensión o dominio. Y ése es, precisamente, el horizonte en el que debe moverse el nuevo nacimiento al que Jesús invita en este pasaje.

Porque en todo hombre que esté vivo hay un impulso -yo diría permanente- a renacer. Claro que todo esto lo deseamos sólo en nuestras capas más profundas. En la superficie -que es donde solemos estar- preferimos más bien que todo se quede como está, conservar todo lo que hemos conseguido y andarnos con cuidado. Ahora bien, quien muere al sueño de una vida distinta y mejor ha dejado ya de ser persona. Se ha sobrevivido a sí mismo.

Por es, el núcleo de esta enseñanza espiritual es cómo mantener vivo nuestro Nicodemo interior. Cómo nacer de nuevo, pero desde lo alto. Cómo preservar del deterioro la ilusión y el entusiasmo, cómo mantener nuestra capacidad de reconocer a los maestros, nuestra necesidad de hacer las preguntas necesarias para vivir.

Comprender el misterio del nacimiento es comprender el misterio del momento presente. Los acontecimientos de la vida nos distraen. Lo que importa es lo que vives. Cuando se da ese paso, se comprende con absoluta seguridad que todo está comenzando a cada instante. Que la vida es un inicio permanente. Que la Creación es un hecho habitual. Nacer de nuevo es lo mismo, en última instancia, que vivir. Cada ahora es maravilloso justamente porque nace, porque es nuevo. Estar despierto consiste en ser consciente de este inicio y de esta novedad en que consiste la vida.

La contemplación silenciosa enseña a mantener la mente de principiante y el corazón de aprendiz. No creer que uno ya se las sabe todas, no dárselas de listo. Soltar lo aprendido, parecer un tonto o un loco, o al menos un poco simplón, perder la reputación… Sentarse cada día en los bancos de esa escuela que es la vida y preguntar con las entrañas – no con la cabeza-, como hace Nicodemo: ¿Cómo puedo nacer si ya soy viejo?

¿Qué es lo viejo? ¿De quienes decimos que son realmente viejos? ¿No es verdad que suelen hacer falta muchos años para ser realmente joven?

Sí. Se trata de ser hijo otra vez, no padre. Se trata de ser discípulo otra vez, no maestro. Se trata de ser gestado y parido, de darse a la luz. Este es el nuevo nacimiento en el agua y en el espíritu al que Jesús nos invita a cada instante. Ésta es la puerta del Reino y el Reino mismo.

 Pablo d’Ors, Biografía de la luz