Diumenge IV de Pasqua / C / 2019

La Paraula de Déu

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Lectura Espiritual

“¡Todo lo que hemos escuchado es para principiantes, pero una vez pasadas las primeras Estancias, en el momento en que se sale de las noches, ya no tienes guías y no sabes que hacer!” Los Padres nos dicen que hay una oración que es la oración de Dios en nosotros, sobre la cual no pueden decirnos nada porque es enseñada por el Espíritu.

Llegado a este punto tengo conciencia de solo haber balbuceado. Hay una oración razonable de la cual casi todo ha estado dicho, y sobretodo, hasta qué punto no es oración; quiero decir que designa aquella actitud del hombre que ha estado invadido por la oración y lo sacrifica todo por ella. Todo esto los místicos lo saben bien; pero esta oración todavía humana, ya no les concierne porque ellos vuelan.

No se trata para ellos de esforzarse en rezar incesantemente o en amar a Dios con locura, sino de ser dóciles a la oración de Dios que les invade y les empapa.

Todo esto traspasa absolutamente las normas de la razón. Ya no se trata de orar siempre sino de hacerse con un huracán que les fascina, que se parece al hálito impetuoso de Pentecostés y que ya no es a la medida humana de rezar a Dios sino a la medida divina de rezar el hombre. El que percibe esta oración de Dios en él, hace lo que puede y comprende cómo eran de ridículos sus esfuerzos y sus deseos pasados para llegar a la oración continua. Se deja llevar por la ola y… acontecerá lo que acontecerá. Tendrá necesidad de toda la ductilidad del Espíritu que suaviza lo que es rígido para soportar una inundación de este calibre y dejarse llevar por una oración que no comprende y que se alegra de no comprender nada.

Efectivamente, este “más allá” de la oración traspasa los límites de la comprensión, y entonces el hombre parece estar sumergido en una nube más tenebrosa que la que guiaba a los Hebreos por el desierto. A menudo he sentido como subía el lamento de aquella religiosa que tiene el rostro surcado por la dureza del sol de las purificaciones; hay días que este pesado silencio de Dios es insoportable y el corazón está como cubierto de una capa de desesperación. Dios es sentido como el terrible ausente, a nivel de la conciencia, pero hay como un nervio conductor muy misterioso que hace sospechar su presencia más acá o más allá del sufrimiento. Cierto, hay un más allá de la oración… si bien es de noche:

“Que bien sé yo la fonte / que mana y corre, / Aunque es de noche.

En esta noche oscura de esta vida, / Que bien sé por fe la fonte Frida, / Aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella, / Y que cielos y tierra beben de ella, / Aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla, / Y que ninguno puede vadealla, / Aunque es de noche.

Aquesta eterna fonte está escondida / En este vivo pan por darnos vida, / Aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas, / Y de esta agua se hartan, aunque a oscuras, / Porque es de noche.

Aquesta viva fuente, que deseo, / En este pan de vida yo la veo, / Aunque es de noche.

San Juan de la Cruz

Jean Lafrange: La pregària del cor